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  Berazachussetts
Leandro Ávalos Blacha

160 páginas; 20x13 cm.
Entropía, 2007
ISBN: 978-987-23508-3-3
 
        +Leandro Avalos Blacha en Entropía
   
       
 

"Berazachussetts es un relato original y cautivante que, al mismo tiempo que conecta con las más desenfadadas tendencias de la literatura actual, reclama una reflexión sobre las complejas y muchas veces absurdas relaciones entre literatura y mundo social. Con un estilo desenvuelto y corrosivo, Leandro Ávalos Blacha tritura las convenciones de género y hace coincidir los motivos más emblemáticos de la cultura chatarra de nuestros días con la geografía del conurbano bonaerense, para construir un universo ficcional particularísimo cuya mayor virtud es la felicidad con la que se impone al lector."


César Aira
Daniel Link
Alan Pauls


Jurado Premio Indio Rico 2007

 

 

Contratapa
         
Ilustraciones: Ariel Cortese  
 
 

Dora, Milka, Beatriz y Susana caminaban tranquilas por un sendero del bosque, cuando Dora señaló asombrada a un costado. “¿Y eso?”. Sus amigas tan poco sabían del asunto como ella. “¿Otra mujer violada?”. Milka dejó caer, de la sorpresa, la canasta con el mate y las facturas. Recostada en el piso, con la espalda apoyada en un tronco, había una mujer desnuda. “Debe de ser una puta –sugirió susurrante Dora– mírenle el pelo”. A decir verdad si se trataba de una mujer de la calle, se hallaba en plena decadencia. Aparentaba mucha más edad de la que tenía y era sumamente obesa. Llevaba el cabello corto y de un fucsia intenso. La hubiesen creído muerta de no ser por el movimiento del pecho que delataba su respiración. A su lado las cuatro amigas se sentían esbeltas y bellas. Lo que más las impresionaba era el torso desnudo, con dos tetas grandes como pelotas de básquet y numerosos rollos de grasa que caían como en una cascada. Debajo tenía una calza de lycra del color de la piel, que se le agarraba al cuerpo como una garrapata.
“¿Y qué hacemos?” preguntó Susana. Dora respondió extrayendo su cámara de fotos del bolso para tomarle algunas a la mujer. Vivía interrumpiendo el curso de la vida con su frase “esperen que sacamos una foto”. No se despegaba un segundo de su cámara automática, con la que llegaba a disparar hasta 20 veces por día, aunque rara vez las revelara luego. Quería simplemente retener todos los instantes que pasaba con sus amigas, tanto si se trataban de momentos especiales e imprevistos –como visitar un centro turístico o cruzarse con alguien famoso–, como de una merienda común y corriente. Tenía cientos de rollos acumulados en las vitrinas. Cada uno en su pequeño envase cilíndrico transparente, con 36 recuerdos dentro. No conocía las cámara digitales. Era la más cholula; soñaba con conocer celebridades e iba a cuanto móvil de televisión se realizara. A estos siempre la acompañaba una cartulina con el nombre de la ciudad, Berazachussetts, que Dora levantaba con esmero mientras duraba el programa. La mujer se sentía gratificada, quizás famosa, cuando el conductor la nombraba al aire.
Beatriz intentó resolver la situación de un modo ordenado: “¡Nos vamos ya mismo y avisamos a la policía!”. Susana insistía en que no estaba bien dejar a la mujer en ese estado y que debían responsabilizarse de ella. A Dora le molestaban esas excesivas muestras de solidaridad de Susana, que no creía del todo honestas. Se la pasaba hablando de ayudar al prójimo y si veía mujeres solas quería integrarlas al grupo de amigas. Parecía no tener en cuenta que sumando a otra mujer en sus reuniones serían un número impar para sus torneos de cartas y tejo. Cuatro era el número indicado. En esta ocasión, sin embargo, ayudar a aquella deformidad humana le prometía un número altísimo de fotografías, por lo cual coincidió con Susana.

Fragmento
             
 

Autor

 

 

 

 

B-side-stories
(Blog personal)

 

 
       

Leandro Ávalos Blacha nació en Quilmes,
provincia de Buenos Aires, en 1980.
Publicó Serialismo (Premio Nueva Narrativa
Sudaca Border, Eloísa Cartonera, 2005).

   
         

Ediciones internacionales

Gallimard
(Francia)

 

 

 

 

 

 


 

Reseñas

Los Inrockuptibles
(Mauro Libertella)

ADN Cultura
(Jorge Consiglio)

Revista Ñ
(Guido Carelli Lynch)

No retornable
(Nicolás Pose)

Rolling Stone
(Pablo Plotkin)

     

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

[Los Inrockuptibles]

 

Berazachussetts

por Mauro Libertella

 

Hay una tentación a la hora de escribir acerca de Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha, que consiste en mencionar el estupor que causa la proliferación de historias y lo abigarrado de las anécdotas que brotan de los pliegues de esta pequeña y extraña nouvelle. Y sin embargo, sería francamente reduccionista sentenciar aquello de que Berazachussetts es una novela cuyo nervio es la pura narración-quizás la palabra adecuada sea “inventiva”. Pero lo cierto es que la ganadora del premio Indio Rico es una especie de punto de confluencia en donde las más vertiginosas peripecias se imantan en amplios registros narrativos mediante los cuales se proyectan hacia la literatura. Si quisiéramos resumir la trama -un intento imposible-, nos veríamos obligados a erigir un listado de personajes, cuyos movimientos y combinaciones sólo la lectura del libro podría elucidar.

Sucede que en Berazachussetts el armado del personaje es sumamente preciso. No es fácil hacer convivir a un grupo de profesoras jubiladas, a una zombi punk caníbal, a un político corrupto y altamente perverso, a un grupo de chicos ricos con una curiosa idea de la diversión y algunos personajes más de ese nivel de excentricidad sin cruzar la línea en donde el verosímil se cae a pedazos. Y Berazachussetts lo logra con precisión quirúrgica.

Una de las claves a la hora de salvar el verosímil es, sin dudas, la decisión de situar la ficción en el pueblo suburbano de Berazachussetts, donde todo parecería ser posible o, mejor, donde todo es potencialmente literario. O el uso de la lengua: la escritura de Ávalos Blacha es un arco tensado en cuyos destellos convive el habla de la clase media y la juventud punk, la charla de café y la narración más elegante y clásica.

 

     
     

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[ADN Cultura]

Artificios de superficie

Por Jorge Consiglio

 

Ya en la primera escena de Berazachussetts, novela con la que Leandro Ávalos Blacha ganó el Premio Indio Rico 2007 cuyo jurado estuvo integrado por César Aira, Daniel Link y Alan Pauls, se evidencia la clave que será el punto de apoyo del resto del texto. Hay cuatro amigas que caminan por un bosque con la idea de tomar unos mates y que descubren a una gorda punk semidesnuda, inconsciente, apoyada contra un tronco. Formulan hipótesis sobre cómo pudo haber llegado a ese lugar. Una de las amigas le saca fotos. Finalmente deciden llevarla al departamento que comparten. Más que la voz del narrador son los hechos mismos los que sostienen la figura que impondrá el rumbo de lectura: el sarcasmo. Un sarcasmo que, para encontrar sus raíces, abrevará en un grotesco que se asienta en la inmediatez y en lo "bizarro", rasgo que será explorado con esmero en la trama.

Luego del hallazgo de Trash, la gorda punk, el foco de la acción se abre en cuatro líneas y se corresponde con el destino de cada una de las amigas. Estos diferentes rumbos se suceden como fragmentos que establecen un ritmo sincopado pero, como el hilvanado de la historia no reporta complejidad alguna, el resultado es una sustancia narrativa abierta, de lectura fluida y ligera. Este recurso favorece la tensión de la intriga. Aunque velado, el escenario de la novela es reconocible, sobre todo por los nombres distorsionados de las localidades en las que transcurren los hechos: Berazachussetts, las playas de Burzacapulco, Tolosaka, las aguas del Ezpeletámesis, Lomas de Zamibia, Longchamps ...lysée. La acción parece tener lugar en el sur del conurbano bonaerense; lo notable es que el germen de esta incerteza se vincula con el modo en que el relato desdibuja o retuerce toda referencia precisa para alejarla de su eventual modelo. El universo ficcional, entonces, adquiere una cotidianidad extrañada. Todos los personajes de la novela de Ávalos Blacha son planos y no logran escapar de la rigidez impuesta por una férrea tipología. La gorda punk, de la que en seguida nos enteramos de que se trata de una zombie antropófaga, funciona como disparadora de los destinos de los otros personajes. La elección de esta clase de personajes, cuya entidad remite al maniqueísmo propio de las historietas, no es casual ni arbitraria sino que aporta un ingrediente más a la estética que sostiene el texto y que se completa con dos aspectos: la relación del poder con el abuso y la crueldad, y la miseria como espectáculo.

Berazachussetts es, en suma, un ejercicio narrativo con más herencia cinematográfica que literaria. Un ejercicio que, más allá de los giros de su artificio, no logra encontrar el resorte indispensable para alejarse de la más absoluta superficie.

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[Revista Ñ]

 

Retrato de una ciudad extraña

Por Guido Carelli Lynch

 

Así como García Márquez deformó la realidad de la caribeña Aracataca para esconderla y alumbrarla por la eternidad detrás del más increíble Macondo, Leandro Ávalos Blacha distorsiona en Berazachussetts la sordidez y la malaria del postergado conurbano bonaerense a través de un tono hilarante y cáustico.
A través de la historia de cuatro amigas y docentes retiradas, una zombie punk y la fauna de esta ciudad a la vez posible y fantástica, este joven narrador (28 años), discípulo de Alberto Laiseca, no abandona el ritmo ascendente de sus provocaciones, que sirven para rememorar la eclosión social de diciembre de 2001. Ávalos Blacha pone en juego y con éxito la coherencia íntegra del texto al retratar de manera independiente las historias siempre entrlazadas de los habitantes de Berazachussetts. Los pormenores del caudillo Saavedra acosado por el fantasma de su ex mujer y por los modales de su nueva amante, las estrategias manipuladoras de la lisiada heroína de la ciudad, Periquita, y el misticismo apocalíptico de Noé González son los engranajes de este genuino y deformado retrato de las complejas relaciones sociales que ofrece la frontera del sistema con el universo de los excluidos.
Sin embargo, los guiños autorreferenciales acaban, en ciertos momentos, por minar la efectividad del humor que se impone con semejantes personajes. La meca del cine de Pehuajollywood, la despreciable moneda –los patachussetts– y hasta Lía Crucet y Sandra Smith a la cabeza de un nuevo grupo de cumbia, son recursos más efectistas que efectivos.
La estructura de esta novela breve facilita una lectura ávida y particularmente lúdica. Esa conquista del flamante ganador del premio Indio Rico, del que fueron jurados Alan Pauls, Daniel Link y César Aira, no oscura la áspera y trillada verdad de una realidad cercana e inverosímil que supera a fin de cuentas la más imaginativa de las ficciones.


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[Blog No retornable]

Berazachussetts

Por Nicolás Pose

 

Berazachussetts, ganadora del premio Indio Rico, con un jurado compuesto por César Aira, Daniel Link y Alan Pauls, es una novela original no por la historia en sí, sino por el tratamiento ficcional que el autor logra con la realidad. Ávalos Blacha distorsiona el universo real del conurbano para entregarnos una novela con matices cómicos y crítica social al mismo tiempo. Sin embargo, no falta lo bizarro y lo grotesco gracias a los personajes que aparecen en el relato, como Trash, la zombie obesa, o Periquita, la ídola de Berazachussetts, una paralítica que tiene un monumento en la plaza principal de esta localidad tan particular.

El relato comienza con un grupo de amigas solteras que viven juntas: Dora, Milka, Susana y Beatriz. Pero todo cambia cuando ellas conocen a Trash, una zombie que come carne humana. Desde la aparición de Trash la novela se mantiene en un movimiento constante, contando a la vez historias independientes y disparatadas a medida que sigue a sus protagonistas, como Trash, Dora, Francisco Saavedra-el ex intendente de Berazachussetts-, Milka y Periquita. Por esa característica, es una novela coral donde no existe un protagonista único, y lo que interesa es lo que está ocurriendo en el universo de Berazachussetts.

Los personajes son todos grotescos, porque siempre quieren ser lo que no son: así Dora, una mujer vulgar-por no decir “cabeza”-termina saliendo con Francisco y se cree fina, para luego redecorar su mansión elegante y transformarla de acuerdo a su gusto “grasa”. Posteriormente, ella armará una banda de cumbia. Así Arévalo, el hijo de Francisco, que critica a su padre por salir con una “negra”, termina haciéndole el amor a Periquita, la paralítica, en una escena del todo grotesca. Pero no sólo los personajes no son lo que quieren ser, porque en Berazachussetts existen recámaras frigoríficas que albergan pingüinos para que la ciudad luzca más “invernal”. Por otro lado, los nombres de lugares que aparecen en el relato delatan una geografía conocida por todos nosotros, como el Rin del Plata, Ezpeletámesis, Lomas de Zamibia, Cambollaneda, etc.

En sintonía con el tono bizarro de la novela -por sus personajes-, se suceden muertes que son contadas con una naturalidad que marca el tono desenfadado del narrador, al mismo tiempo que lo bizarro y lo grotesco nunca dejan de marcar a los episodios trágicos. El tono de lo que se narra nunca es realista, y tal vez esta sea una de las características de muchos de los relatos que nos brindan hoy en día los nuevos escritores argentinos, más cercanos a urdir la ficción de lo real con libertad y desenfado que con un tratamiento rigurosamente realista. Así el jurado que premió a la novela dice que el relato “conecta con las más desenfadadas tendencias de la literatura actual, reclama una reflexión sobre las complejas y muchas veces absurdas relaciones entre realidad y mundo social. (…) Tritura las convenciones del género, y hace coincidir los motivos más emblemáticos de la cultura chatarra de nuestros días con la geografía del conurbano bonaerense (…)”.

El final del relato, lejos de mantener la tónica de otras novelas, tiene ecos de lo que sucedió en aquel fatídico 2001. La ciudad asiste a su fin gracias a una invasión de zombies, hecho que le imprime un final apocalíptico al relato, al mismo tiempo que refuerza el constante tono bizarro de la novela como modo de ver, analizar y criticar la realidad argentina, plasmada a lo largo de todo el universo que configura Berazachussetts.


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[Rolling Stone]

En el país de las maravillas

Por Pablo Plotkin

 

La ciudad de Berazachussetts es un bardo. Los hijos del poder secuestran perejiles, se los llevan al bosque y los intiman a que violen y maten a mujeres desprevenidas. Los filman y suben el material a Internet. La pasan bomba. En ese decorado abyecto irrumpe Trash, una zombi metalero que tiene pinta de haber sobrevivido al ultraje y se topa con un inefable cuarteto de docentes jubiladas –unas trillizas de Belleville versión SUTEBA– que le dan cobijo en su depto. Trash rompe el hielo comiéndose el cadáver de un volantero y bajándoselo con una cervecita en el living de las maestras. “¿Tienen freezer?”, les pregunta con voz dulce antes de repartir los restos del cuerpo en diversos tuppers para la vianda de la noche. A esta altura de los acontecimientos, página 21, la pregunta que se impone es: ¿quién te baja de un comienzo semejante? Ganador del premio Indio Rico 2007 a la mejor nouvelle bonaerense, veredicto unánime de César Aira, Alan Pauls y Daniel Link (a ver quién se les planta a esos tres juntos), este relato desbordante de Leandro Ávalos Blacha (nacido en Quilmes en 1980, discípulo de Alberto Laiseca, autor de Serialismo) monta un GBA paralelo en cuyos márgenes se cocina una revolución caníbal. Con una escritura precisa y una inventiva voraz, el autor descerraja personajes y situaciones a un ritmo disparatado: héroes cumbieros, políticos sin piedad, cuadrillas de lisiados, viejas chotas, fantasmas y profetas rancheros de un Apocalipsis pop. Ávalos parece haber cirujeado en los contenedores de Alicia en el país de las maravillas, Los siete locos y La conjura de los necios para hacerse un banquete personal con los residuos de esas obras maestras.
Acá las acciones caen en torrente, los géneros se baten a duelo y la fauna de Berazachussetts se revuelca en los restos de civilización de un Conurbano reloaded. Hay estrellas de Pehuajóllywood, hay un Muro de Bernal, hay monoblocs de Ciudadelhi y hay un escritor que acumula visiones distópicas y postales decadentes con un ingenio zarpado. El humor narrativo de Berazachussetts es negro y tierno, contemporáneo y a la vez anticuado, y combina lo cáustico y lo festivo con una naturalidad admirable.