Hidrografía doméstica es una novela climática, introspectiva,
sutilmente impresionista, que toma como punto de partida un universo cotidiano
y lo transforma en una serie de paisajes nuevos, de hermosos y desconcertantes
micromundos.
Chloé, de once años, vive sola en el fondo de la casa de
sus padres. Organizándose, entre animales, viajes, amistades, árboles
y bañeras, la protagonista se mantiene independiente
y permeable. Su atomizado monólogo interior, impregnado
por percepciones de una rara inteligencia, se va definiendo
a través de la tensión entre cualidades opuestas: la agudeza
se funde con la ingenuidad, la ternura deviene en sarcasmo,
y la inocencia, por momentos, puede revelarse inquietante.
Podríamos estar hablando, ciertamente, de una novela
de iniciación; pero Hidrografía doméstica va más
allá, y evade cada uno de los presupuestos de ese género:
aquí no hay crecimiento, ni evolución, ni tampoco nostalgia.
Apuntando hacia un futuro no enunciado, esta novela de Gonzalo Castro
traza un mapa fragmentario de cursos de agua.
|